lunes, 8 de octubre de 2012

Damn

Escucho tus labios cerrados. Un puñetazo en mi panza al sentirte. Placer. Dudo de que estés ahí, me asombro de que estás ahí…durmiendo a mi lado. No pienso. Es mentira, tengo una licuadora en revoluciones urgentes y tenaces. Siento aquello que pensé que estaba ya perdido. “Temor y temblor”… Me decís con una canción: “no temas, no hay por qué temer.” No tengo acceso a vos. No puedo llamarte. No sé llamarte. Sigue tu canción (porque ahora es tuya): “En otros cuerpos nuestras almas se encontraran, en otra galaxia volveremos a estar juntos” El espacio se me torna apretado, con la curvatura de la obsesión. No te conozco pero sí me conozco. Llevás tallado en tu cuerpo la forma de mi deseo. “…tu mirada grabada por siempre en mi…” Y los buenos ciudadanos me dieron dos señalamientos al hablarles de vos: marcaron mi madurez (por no decirme viejo) y tú espesa juventud. No lo niego. Sé que existe lo razonable. Y nunca pude serlo mucho. Del todo. Vuelvo a elegir la magia. Hay un naipe que me une a vos.Quiero a esa carta, a ese tarot gastado de anuncios esperados. Esta carta está en tu frente. La miro fijo. Te miro fijo. Y finalmente te reconozco: sos vos. “Supe que eras vos”. No cojas más con frazadas, acá estoy.

 EDS
8 de octubre de 2012